Siempre y cuando no contenga despojos (a excepción de la lengua de buey) o carne cruda, sin cocer, intentaré casi cualquier cosa al menos una vez. He intentado erizo de mar, pepino de mar, bígaros (el caracol, no la flor), pulpo, carne de avestruz, patas de rana, ranas rellenas, jabalí, venado, carne de tiburón, anguila, testículos de toro (no sabía qué fue cuando lo hice), conejillo de Indias peruano, etc.
Dirijo una vida bastante rutinaria, predecible, estrictamente programada y aburrida. Lo compenso con un “paladar aventurero” cuando viajo o cuando estoy en casa.