Las fibras de algodón son en realidad pelos que crecen de los abrigos de semillas de algodón. Al igual que otras semillas esponjosas: dientes de león, algodoncillo, espadañas, álamos, sauces, etc., se dispersan en el viento y permiten que la planta colonice nuevos territorios.
La presión selectiva puede dar lugar a que una planta produzca semillas que progresivamente mejoran al ser arrastradas por el viento. Existe un camino evolutivo desde las semillas que son lisas y simplemente se eliminan de sus cápsulas o vainas, hasta las semillas que son peludas y pueden ser llevadas un poco más lejos por el viento, a las semillas con penachos elaborados que pueden navegar por el aire. Si hay una ventaja (es decir, descendencia más exitosa) que supere la energía y los recursos adicionales necesarios para producir mechones de pelos en las semillas, y la planta tenga la predisposición genética, es probable que las semillas esponjosas evolucionen.
El algodón domesticado no se dispersa efectivamente. Ha sido seleccionado artificialmente para producir una gran cantidad de fibras, no para mejorar al ser volado. Las cápsulas de algodón no son muy aerodinámicas.