Bueno, he aquí una sorpresa: la vida en sí misma es más dulce que la Diet Coke o las costillas cocinadas lentamente sumergidas en salsa de barbacoa, o la receta secreta de calabaza o pastel de manzana de esa abuela.
La vida es dulce en el sentido de que es un momento, y cada momento es único y nunca es lo mismo. ¿Recuerdas esos buenos viejos recuerdos que tienes cuando crecías? ¿O esos que hiciste hace unas semanas? Esos son muy, muy, invaluables.
La vida es dulce porque los recuerdos que haces todos los días, ya sean buenos o malos, están diseñados por naturaleza y no puedes comprarlos. No sabes cómo puede ser la vida a cinco minutos de este momento.
La vida es dulce porque debe ser compartida con otros, familiares, amigos, conocidos e incluso extraños. Si tienes o siempre has tenido malas experiencias de vida, haces lo mejor porque nunca volverás a tenerla. Esto es lo que algunas personas llaman “hacer limonada con limones”.
La vida en la tierra es limitada. Esa es la mejor de su belleza. Es como si alguien le dijera que tiene posibilidades de vivir entre 0 y 150 años, pero no sabe cuándo se lo quitarán. Se sorprenderá de lo que todos harán si saben exactamente cuándo les quitarán la vida, o si morirán, si lo desean.
Lo más dulce que le haya pasado a alguien es nacer y lo más triste es morir sin cumplir su potencial. La vida es dulce. Disfrútalo al máximo y al final.