Por supuesto que comemos tocino y salchichas para el desayuno. ¿Algunas personas realmente no lo saben?
Cuando estaba casado y vivía en Bend, Oregón, tomaba dos rebanadas de tostada con mantequilla y mermelada para el desayuno de lunes a sábado. Los domingos, mi ex me preparaba un desayuno para morirse antes de irse a la iglesia.
Ella era una chica sureña del condado de Boone, Arkansas, y chico, ¿podría cocinar? Los domingos ella me preparaba una fiesta falstaffiana para el desayuno. Tendría un plato de tocino y huevos (medio y untado con generosas porciones de salsa Tabasco), además de salchichas de enlace, una losa de jamón, patatas fritas caseras, sémola, galletas y salsa, un trozo de pan de maíz, mantequilla caliente tostadas con mermelada y una taza de café con crema y azúcar. Y la edición dominical del Bend Bulletin para leer mientras disfruté mi comida.
Mi ex se maravillaba de mi apetito glotón. Ella había regresado de la iglesia y se había echado a reír, gritándole a su hijo, “David todavía está comiendo su desayuno, ¿lo crees?”
Lo saboreé, ¿sabes? Lo hizo durar Yo era delgado, también. Reduje mi peso a 133 libras, y usé jeans con una cintura de 30 pulgadas, lo creas o no. Pase mi bicicleta por todos lados, en la nieve y todo.
Cuando nos mudamos al sur de California, buscamos en todas partes versiones representativas de esa gran institución estadounidense, el comedor del desayuno.
Encontramos algunos buenos. Reliquias de tiempos perdidos, como el Brite Spot en la esquina de Valley y Walnut Grove en Rosemead y en Sunset Boulevard en Echo Park, el Dolores Restaurant en Santa Monica Boulevard en West Los Angeles, y Rick’s en Palm Canyon Drive en Palm Springs .
Ya no como grandes desayunos, pero cuando estoy de humor para el tocino y los huevos iré al restaurante Gilda’s en el Muelle Municipal de Santa Cruz, al Silver Spur en Soquel, o al Aldo’s en el Santa Cruz Yacht. Puerto.
Dios, tengo hambre solo de pensarlo.