Y el corolario de la respuesta de Richard Nelson es que una vez que las personas crecen y pueden permitirse algo mejor, tienden a no comer fideos instantáneos. Tal vez por el bien de los viejos tiempos, o cuando no hay nada más en la cocina, los adultos pueden sumergirse en los cuencos de la nostalgia.
[Este comentario se refiere a los estadounidenses no asiáticos. Los asiáticos-americanos tienen una opinión algo diferente, debo suponer, basada en las variedades y cantidades de fideos instantáneos disponibles en los mercados asiáticos.]