La mayoría de los omnívoros favorecen la carne cada vez que pueden obtenerla, porque es mucho más alta en calorías y en el valor nutricional general. Sin embargo, no siempre están dispuestos a invertir mucho tiempo en adquirirlo. (Por ejemplo, a los chimpancés les encanta la carne, pero cazan solo ocasionalmente, y pasan la mayor parte de su tiempo alimentándose).
Los humanos tienen una preferencia absoluta por la carne, y al igual que los osos, pasarán un tiempo y esfuerzo considerables para adquirirla. Son los más carnívoros de todos los grandes simios. De hecho, en la mayoría de las culturas humanas, los hombres pasan la mayor parte de sus esfuerzos de recolección de alimentos en la caza mayor o la pesca, mientras que las hembras dividen su tiempo entre recolección de frutas, tubérculos, nueces, huevos y algunas plantas comestibles, y caza y captura de pequeños juegos. Mientras terminan comiendo menos materia animal que con otras cosas, pasan mucho más tiempo adquiriéndola, lo que indica una preferencia muy fuerte.
Los cerdos siguen el patrón de omnívoros perezosos: favorecerán la carne cuando esté disponible, pero no gastarán mucha energía en adquirirla. Ellos especialmente aman los huevos. Esos no huyen. Gran parte de la materia animal en su dieta proviene de los invertebrados, que buscan con gusto (gusanos, etc.) y carroña, así como cualquier bebé o animal herido que puedan encontrar.