Menor costo de fabricación. Esos cartones son mucho menos costosos de producir y etiquetar.
Más ligero y más compacto. Con una botella convencional, el 25-35% del peso y la mitad del volumen es el envase. Eso se suma al costo de envío, almacenamiento y visualización.
Conveniencia. Puede que no se sienta tan lujoso, pero una tapa de plástico sin tornillos es mucho más fácil de usar que jalar un corcho y descubrir cómo guardar una botella medio vacía.
Como menciona Alison Bennett, mantiene el vino mejor. Menos oxidación, ninguna posibilidad de un sello con fugas o vino “tapado” (por lo tanto, menos desperdicio), no se romperá si lo deja caer, y evita la entrada de rayos de luz. Sin embargo, no es para vinos que deberían envejecer.
