Los gustos de las bebidas van acompañados de los alimentos populares en un país. Los estadounidenses ponen queso en casi todo, pero su sabor no se adapta al sabor del té. El café amargo y suave con leche y azúcar es un gusto mucho más complementario al queso, por lo que no es de extrañar que esta bebida sea la preferida por los estadounidenses.
Es un fenómeno de la gallina y el huevo: es muy difícil decir si los países desarrollan primero sus alimentos o sus preferencias de bebidas.