El martes pasado, mi esposa y yo salimos a cenar con una de sus (mujeres) amigas del trabajo. Cuando llegó el momento de pagar, pagué la comida de todos. ¿Por qué? Pensé que era una decisión educada, y mi esposa y yo estamos en una posición en la que podemos permitirnos tener invitados en nuestro lugar o pagar sus comidas si comemos en otro lugar.
Por el contrario, cuando alguien nos invita a su lugar, no esperamos pagar los alimentos que nos sirven. Sin embargo, si nos invitan a comer, estamos preparados para pagar o no pagar, según el entendimiento que nuestros anfitriones tengan de la situación. Está perfectamente bien recibir algo en un entorno apropiado. Sería completamente diferente si constantemente fuéramos a lugares e hiciéramos cosas con amigos con el propósito explícito de que gastaran dinero para que no tuviéramos que hacerlo.
Porque no conozco a tu amigo, no puedo decir nada con seguridad. Dicho esto, entraría en la situación con la suposición de que él es educado. A menos que explícitamente te haya pasado, diría que probablemente solo aprecia tu compañía y quiere ser amable.
Muchos hombres consideran erróneamente el pago completo como una transacción: pago por lo que sea que hagamos, a cambio, usted proporciona un lugar para que mi pene se vaya. Veo esto como una forma de prostitución, y me niego a jugar ese juego.
En cambio, para mí, la única transacción es entre mí, el restaurante y el camarero. Pago dos asientos, dos cafés, dos pedazos de tarta, y la otra persona puede irse (dejándome con dos cafés y dos tartas, ¡sí!), Beber su café y comer su pastel en silencio, o entablar una conversación conmigo (u otra persona, para el caso).
Si, por alguna razón, terminé yendo a tomar un café con la amiga del trabajo de mi esposa, aún así insistiría en pagar. Pagaría para proporcionar un contraejemplo a la idea prevaleciente de que los hombres solo pagan porque en última instancia quieren sexo. Debido a que el amigo de trabajo de mi esposa es físicamente increíblemente atractivo (ella es una modelo), no me sorprendería que muchos hombres la objetivaran de esa manera: pagando por una oportunidad de sexo, por así decirlo. Si mi contraejemplo pudiera, para ella, demostrar que existe una alternativa más saludable a los juegos estúpidos que hemos esperado, valdría la pena la inversión.
¡Todo lo mejor!