El alcohol previene la descomposición de los nutrientes presentes en la leche en moléculas útiles al disminuir la secreción de enzimas digestivas. El alcohol perjudica la absorción de nutrientes al dañar las células que recubren el estómago y los intestinos y deshabilita el transporte de algunos nutrientes a la sangre. Además, las deficiencias nutricionales en sí mismas pueden conducir a más problemas de absorción. Incluso si los nutrientes en la leche son digeridos y absorbidos, el alcohol puede evitar que se utilicen por completo al alterar su transporte, almacenamiento y excreción.
El alcohol aumenta el ácido en el estómago. Eso puede causar gastritis o úlceras estomacales o intestinales. Si tiene antecedentes familiares de diabetes, puede ser más vulnerable a los problemas con el alcohol. La leche, por otro lado, si se toma por la noche después de calentarla y darle sabor con una pequeña cantidad de raíz de jengibre, es muy nutritiva para el cuerpo y también calma la mente, lo que lleva a una buena noche de sueño. Bien podría ser que la razón por la que la leche tibia nos ayuda a dormir se debe al hecho de que es un alimento rico en aminoácidos L-triptófano. L-triptófano ayuda al cuerpo a producir neurotransmisores como la serotonina. Los neurotransmisores son mensajeros nerviosos químicos que le dicen a nuestro cuerpo que se apague por la noche; además de ayudarnos a estar completamente despiertos durante el día. La leche, que está diseñada para tomarse caliente como parte de la rutina de la hora de acostarse, también se puede disfrutar durante el día sin causar somnolencia. El alcohol, por otro lado, interrumpe el sueño. Aunque algunas bebidas pueden hacer que sea más fácil conciliar el sueño inicialmente, a menudo puede despertarse apenas unas pocas horas en su ciclo de sueño. El sueño será intermitente por el resto de la noche. Sería mejor no combinar los dos.
