Porque la comida tiene compuestos que se evaporan fácilmente. Todos los organismos, que se remontan a las primeras células individuales, tenían la capacidad de detectar moléculas flotando en el aire (o agua). La evolución selecciona organismos que tienen la capacidad de seguir esas señales químicas y así obtener energía.
Así que, en realidad, no se trata de por qué huele la comida, sino de por qué tenemos sentido del olfato, y la “comida” es la respuesta. El sentido del olfato es el sentido más básico, el único que le da al cerebro acceso directo a las cosas que se perciben: el bulbo olfatorio es una consecuencia del cerebro:
La cantidad de moléculas es increíblemente pequeña; la mayoría de las moléculas en la comida permanecen en la comida. Tenemos que ir a buscarla y poner la mayor parte de ella en la boca para comerla. Pero las moléculas que se evaporan son una herramienta increíblemente útil para encontrarlo, incluso sin sensores remotos más precisos como ojos.
