Técnicamente hablando, no hay ventaja frente a desventaja entre agua fría y caliente, pero ambos tienen diferentes efectos en nuestros cuerpos.
El consumo excesivo o prolongado de agua fría puede provocarle una congelación cerebral o un dolor de muelas, o le produce escalofríos. Los dientes son muy sensibles al agua fría o helada y en poco tiempo notará un ligero dolor en los dientes si se los expone continuamente al agua fría.
Si bebe continuamente agua fría (es decir, bebe todo el día de forma excesiva y constante), podría reducir la temperatura corporal central.