Tomo una cuchara y corto la parte blanca alrededor de la yema. Me aseguro de no molestar a la yema. Ahora, como la parte blanca.
A continuación, viene la parte divertida. Recojo la yema con la cuchara y en la boca.
Este método asegura que no rompo la yema en mi plato y desperdicie la bondad.
Ah, yemas. 🙂