Se estima que la cerveza ha sido una “bebida social” durante más de 10.000 años. Como resultado de la fermentación natural de los almidones, algunas personas conjeturan que el descubrimiento de la cerveza fue una de las principales motivaciones de la transición hacia las sociedades agrícolas. Sin duda era de primordial importancia social para cuando el pan se convirtió en un alimento básico.
Antes de la introducción de los lúpulos (822 AD – 1067 AD, dependiendo de a quién se lo pregunte), la cerveza era una bebida dulce más parecida a los enfriadores de vino actuales. La miel, la fruta y todo tipo de especias se incorporaron a las primeras cervezas y sus recetas fueron secretos muy bien guardados. Además de sus bien conocidos efectos embriagantes, se descubrió que el consumo moderado de cerveza promueve la salud de uno, lo que aumenta la longevidad y evita muchos efectos del envejecimiento, como los ataques al corazón y la demencia senil.
La reputación del Imperio Romano de “pan y circo” quizás sea mejor etiquetada como “cerveza y circo”. Muchos establecimientos antiguos pensados como monasterios se fundaron como cervecerías, ya que la cerveza era comúnmente venerada como el néctar de los dioses (más tarde El Dios, como el cristianismo se extendió). Fue en estos monasterios donde se introdujo el lúpulo para producir cervezas cuyo sabor era lo suficientemente fuerte como para competir con los quesos con sabores intensos (como Limburger) que estaban produciendo.