El hambre depende más del equilibrio hormonal que el peso general. En verdad, a medida que pesas menos, tu NEAT (termogénesis por actividad no relacionada con el ejercicio) disminuye, pero si sientes hambre, la causa probable es Insulina y Grelina.
Si bien estas hormonas son complejas y su administración no es una tarea fácil, existen varias estrategias que funcionan bien.
Primero es comiendo alimentos más saciantes. Las verduras y las carnes magras son las mejores, y tal vez puedas tirar un poco de tocino y mantequilla y ese tipo de cosas, pero no te pases de la raya. Tu enemigo aquí es realmente carbohidratos, particularmente azúcar. El azúcar aumenta tu insulina y hace que tu cuerpo espere comida.
El segundo es una estrategia de comportamiento. Ahora, comer es un hábito y, como cualquier otro hábito, hay un comportamiento recurrente automatizado. El hambre funciona así, tu cuerpo busca la homeostasis y la estabilidad. Comer una comida al día es, francamente, la mejor manera de controlar su hambre y dejarle saber que no lo controla.