Las diferentes prácticas agrícolas cumplen diferentes objetivos.
Las prácticas se pueden optimizar para cumplir objetivos particulares.
La rentabilidad suele ser un objetivo importante, ya que sin ganancias no se puede seguir cultivando.
Las prácticas pueden ajustarse para producir un producto en particular, como el triturado de trigo, o para prevenir ciertos problemas ambientales, como la escorrentía de fertilizantes, o pueden usarse para cultivar terrenos que requieren un cuidado especial, como suelos arcillosos pesados o sitios inclinados. El suelo pesado puede requerir prácticas de control de tráfico. Los sitios en pendiente pueden requerir cero labranza.
Las prácticas también pueden dar como resultado productos orgánicos, o pueden evitar ciertos problemas, como el crecimiento de malezas, el uso de rotaciones de cultivos y el pastoreo.
La mayoría de las prácticas solo son adecuadas para un número limitado de climas, regiones o tipos de cultivos.
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