Es un hábito.
Algunas personas pueden llamarlo compulsión, obsesión o adicción, pero en realidad no es ninguna de esas.
Dejé de fumar hace 23 años. Pero cada vez que me siento a jugar un juego de cartas, quiero un cigarrillo. No hay manera de que siga siendo adicto después de todo este tiempo, y es la única vez que lo pienso. Es solo que tengo buenos recuerdos de jugar a las cartas con mis amigos, y en ese momento todos fumamos.