El hombre primitivo era un cazador y un recolector, y de hecho, solía vivir muy parecido a los animales: comer y beber agua como ellos. Los que podían resistir y combatir los patógenos infecciosos habían sobrevivido, mientras que el resto pereció, lo que justifica la teoría científica de la supervivencia del más apto.
Con el tiempo, se hizo realidad la gran cantidad de víctimas que las malas condiciones de saneamiento y el agua potable no apta tomaron vidas humanas por medio de epidemias.
El descubrimiento de organismos patógenos y el método de ebullición del agua para volverla potable cambiaron drásticamente la salud humana y los parámetros de la enfermedad al reducir la morbilidad que conlleva el consumo de agua “sucia”.
Bueno, a partir de entonces con el avance en la ciencia y la tecnología y las innovaciones más recientes en la salud y el bienestar, los seres humanos han modificado la naturaleza en sí misma para satisfacer sus necesidades y comodidad.
La desventaja de tal estilo de vida es que nos hemos vuelto más delicados, y somos más vulnerables a la infección después de comer y a beber cosas “sucias”.