Comer en exceso puede no ser una simple cuestión de autocontrol. Los amantes de las hamburguesas, las papas fritas, las bebidas gaseosas y otras comidas rápidas podrían tener una adicción similar a la que experimentan los consumidores de drogas duras, afirman los científicos.
Los atracones de alimentos altos en grasa y azúcar pueden causar cambios en el cerebro que dificultan decir que no. Al estimular los opiáceos naturales del cerebro, grandes dosis de alimentos pueden producir un efecto similar, aunque menos intenso, al producido por la heroína y la cocaína, dicen.
Los reclamos se basan en estudios preliminares en animales, pero están siendo citados por abogados que actúan para estadounidenses con sobrepeso, quienes en una demanda colectiva contra la industria de comida rápida buscan una compensación por el costo del cuidado de la obesidad. John Banzhaf, el abogado que se hizo cargo de las compañías tabacaleras y ganó, lidera el caso. El grupo incluye a Caesar Barber, de 56 años, que ha tenido dos ataques cardíacos y es diabético. Afirma que comió en restaurantes de comida rápida durante años sin ser advertido de los riesgos para la salud.
