Es poco probable que haya algún efecto en los seres humanos. La comida que comemos hoy ha sido genéticamente modificada lentamente durante miles de años. Sin embargo, en lugar de modificarlo genéticamente en un laboratorio, los humanos criaron selectivamente frutas para obtener las características deseadas, como dulzura y tamaño. Por ejemplo, esta imagen muestra cuán drásticamente las sandías han cambiado.
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Entonces, a menos que se modifique genéticamente de forma deliberada o accidental para introducir un rasgo negativo, los humanos probablemente no experimentarán efectos negativos. Por el contrario, podrían agregarse vitaminas o minerales esenciales, lo que podría mejorar la salud humana.