El consumo de grandes cantidades de fructosa (un tipo de azúcar), edulcorantes artificiales y alcoholes de azúcar (otro tipo de edulcorante bajo en calorías) hace que las bacterias intestinales se adapten de una manera que interfiere con las señales de saciedad y el metabolismo.
Una evolución de la flora intestinal a este nuevo ambiente rico en edulcorantes tiene el potencial de afectar negativamente nuestra salud.
A medida que las bacterias en el intestino procesan los alimentos, emiten subproductos llamados ácidos grasos de cadena corta. Estos pueden ser beneficiosos y servir como energía en el cuerpo. Pero a medida que las bacterias adaptadas al edulcorante prosperan y se vuelven más eficientes en el procesamiento de grandes cantidades de jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, edulcorantes artificiales y alcoholes de azúcar, también producen más y más ácidos grasos de cadena corta. (No implica que el azúcar sea mejor que los edulcorantes artificiales).
En esas altas cantidades, los ácidos grasos de cadena corta disminuyen las señales de saciedad. Esta señalización puede causar interrupciones en nuestra sensación de plenitud y, por lo tanto, evitar que dejemos de comer cuando deberíamos.
Los ácidos grasos de cadena corta también promueven la inflamación en el revestimiento del intestino. ¿Así cómo? Los científicos aún no están seguros. Pero sí saben que la inflamación daña el tejido intestinal y da como resultado un síndrome del intestino permeable. Significa que las bacterias se filtran a través de ese tejido intestinal dañado a la corriente sanguínea y causan más inflamación allí. Ese es un problema grave que puede conducir a la resistencia a la insulina y un mayor riesgo de enfermedad arterial coronaria, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2.
Esto podría explicar en parte el vínculo que los investigadores han encontrado entre beber refrescos de dieta y tener sobrepeso. En un estudio, las personas que bebían dos o más gaseosas dietéticas al día tenían cinco veces más aumento en la circunferencia de la cintura durante un período de 10 años en comparación con las personas que no tomaban refrescos dietéticos. Hay algunas explicaciones para los hallazgos. Tal vez las personas beben más refresco de dieta porque están tratando de perder peso.
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En cuanto a su intestino, en este momento no está claro si una gaseosa de dieta al día es menos dañina para la flora intestinal que diez.
Su mejor opción es consumir productos que contengan estos edulcorantes con moderación y beber principalmente agua. Para que la flora intestinal prospere, coma una gran variedad de frutas, verduras y granos integrales.