En Japón, esta costumbre se ejerce solo entre el cliente habitual y el chef, que autoriza ocasionalmente (no siempre) a llevar la propia captura del cliente.
Un escenario típico sería que el cliente habitual disfrute de la pesca y, ocasionalmente, atrape algunos peces que le gustaría que el chef convierta en sashimi o sushi. El cliente lo es, y los chefs se conocen muy bien y hay confianza y comprensión entre los dos. El cliente debe y debe pedirle permiso al chef si puede llevar la captura al establecimiento. Además, dado que el cliente está pidiendo un favor, debe aceptar cualquier cargo que el chef imponga en la factura. (Supongo que es una especie de tarifa de descorche por traer tu propio vino).
Cuando trabajaba en un restaurante de sushi en Los Ángeles, uno de los clientes habituales disfrutaba buceando, y nos lo contó. Dijo que había capturado tantos abalones y dijo que le gustaría traer uno para mostrarnos. Dijimos que sí y él trajo un par de ellos. Hicimos sashimi y le ofrecimos. Entonces, no hubo malentendido o sorpresa allí. Si él no era un cliente habitual y traía un abulón y nos pedía que cocináramos o preparemos sushi, entonces habríamos dicho que no.