Para imitar el sabor dulce de los refrescos regulares sin las calorías, la mayoría de los refrescos dietéticos se endulzan con productos químicos como la sucralosa, el aspartamo, la sacarina o el acesulfame potásico.
Estos edulcorantes artificiales pueden causar aumento de peso al interferir con las respuestas metabólicas del cuerpo que normalmente contribuyen a la homeostasis de la glucosa y la energía. Como resultado, las señales de saciedad normales de nuestro cerebro no se activan, lo que nos hace sentir menos completo.