Sí.
Todas las partes de un ser humano son comestibles.
Sin embargo, no lo recomiendo Primero, va a ser difícil conseguir uno legalmente. Mientras que un segmento pequeño pero noble de la población dona sus cuerpos a la medicina, todavía no he conocido a alguien que quiera donar la suya a la gastronomía.
En segundo lugar, existe un vínculo comprobado entre el consumo de cerebros y el desarrollo de encefalopatía espongiforme transmisible. El brote de la “enfermedad de las vacas locas” en el Reino Unido fue causado por la toma de las partes no recuperables de las vacas muertas (incluso el cerebro y la médula espinal) y molidas en gránulos nutricionales que luego se alimentaban a las vacas vivas. En efecto, estaba forzando a las vacas (¡herbívoros!) A convertirse en caníbales en beneficio de la ganancia.
La encefalopatía espongiforme humana (como la enfermedad de Kuru o Creutzfeldt-Jakob) está relacionada con el consumo de cerebros, no solo de los humanos sino de otras especies. Como resultado, nunca comeré conscientemente ningún tipo de cerebro, independientemente de su especie de origen. Acepto que el riesgo es pequeño, pero las consecuencias son insoportables. ¿Y el sabor del cerebro realmente puede ser tan especial?
No obstante, he visto cerebros de terneros frescos a la venta en un mercado en Francia. No los probé, por supuesto. Pero si eres tan curioso, mi mejor opinión profesional es que los cerebros de las terneras tendrán el mismo sabor, textura y consistencia que los cerebros humanos.