¿Cómo se ven afectados nuestros papilas gustativas cuando intentamos algo nuevo?

Nuestros papilas gustativas son solo sensores: no tienen una opinión buena o mala. Es nuestro cerebro el que trabaja sobre las señales provenientes de los sensores en la lengua para decidir si la comida que estamos comiendo es agradable / placentera o no.

Hay sensores que tienen sentido:

  1. sal
  2. Dulce
  3. Amargo
  4. Agrio
  5. Umami

La picante, o el calor de los chiles y la pimienta, es detectada por sensores que realmente detectan la temperatura de los alimentos en la boca. Están presentes en todo el interior de la boca y sirven como parte del mecanismo de defensa para que no quememos los tejidos en la boca. [Cuando los chiles causan que estos sensores envíen una señal al cerebro, el cerebro produce glándulas en la cabeza y otras partes del cuerpo liberan líquidos: sudor, saliva (boca), lágrimas, mucosidad (nariz), etc., de modo que las cosas ofensivas pueden ser enjuagado.]

Desde el momento en que se desarrollan las papilas gustativas (lleva un par de meses), se construyen vías neuronales en el cerebro que sirven como memoria del gusto. Algunos están asociados con el placer, algunos con dolor, otros con disgusto. Durante toda la vida de comer, estos caminos están fortificados y son la base de los gustos y aversiones del gusto. Algunos son comunes para todos (p. Ej., Gusto por dulce, aversión por amargo), algunos son diferentes (algunos como amargo). Los aromas detectados por los sensores en la nariz también contribuyen a la “memoria del gusto”, un mecanismo primitivo en animales utilizado principalmente para evitar alimentos que pueden ser peligrosos.

Hay grados de fuerza asociados con el sabor, por ejemplo, a algunos no les gusta la dulzura intensa. La complejidad del gusto también se registra como memoria del gusto.

Cuando probamos un plato totalmente nuevo, el cerebro depende de la memoria del gusto para decidir si es agradable o no. El sabor de un nuevo plato no es simple: es una combinación de sabores y aromas / olores. Si algo en el plato coincide con un recuerdo en la parte “antipatía”, resulta en algo que va desde una leve antipatía hasta un odio severo. Si uno supera la aversión leve, el análisis ‘me gusta’ se hace cargo y los resultados se introducen en la memoria del gusto. A algunas personas no les gusta el olor a aceite de pescado, a algunas no les gusta demasiado salado, etcétera.

La parte consciente asociada con la memoria del gusto evita que algunas personas (miedo) incluso intenten cosas nuevas. Tener una ‘mente abierta’ a los nuevos gustos requiere a. falta de ese miedo, b. capacidad de controlar el disgusto conscientemente y c. curiosidad por probar cosas nuevas (con la conciencia de que puede no ser placentero).