¿Por qué se ha valorado el té a lo largo de la historia?

Después del agua, el té se convirtió en la bebida más consumida del mundo a principios del siglo XXI. De importancia regional en China y Asia desde tiempos postclásicos, el consumo y la producción de té se extendió a nivel mundial en los siglos XVIII y XIX. Esta difusión espacial del té se reflejó y contribuyó a importantes procesos globales en los períodos modernos y modernos tempranos que incluyeron la comodificación del comercio a larga distancia, la industrialización, el imperialismo, la globalización corporativa y el ambientalismo.
En el siglo XX, las innovaciones en la comercialización y fabricación de té, muchas de las cuales se derivaron de los Estados Unidos (por ejemplo, té helado, bolsitas de té y té liofilizado), continuaron expandiendo el mercado mundial del té. Para satisfacer la demanda de América del Norte de té de calidad más barata, las plantaciones de té se desarrollaron en Argentina y Brasil. Comenzando a fines del siglo diecinueve y continuando hasta principios del siglo XX, el comercio y la fabricación del té se consolidaron cada vez más y las grandes empresas británicas (por ejemplo, Brooke Bond, Lipton y Tetley) controlaron una parte considerable de la producción comercial global. Gran parte de esta participación en el mercado se logró mediante una amplia inversión en publicidad y racionalización y consolidación de las cadenas de suministro minoristas. Para el 2000, la consolidación se había acelerado a tal punto que la multinacional anglo-holandesa Unilever (compradora de Brooke Bond y Lipton) y el conglomerado indio Tata (comprador de Tetley) controlaban cerca del 25% de la producción mundial de té.