Sencillo. Se debe a la deshidratación por el sueño y el ciclo de respiración aumenta cuando nos despertamos. Por lo tanto, la boca seca y la inhalación frecuente aumentan la exposición del vapor a nuestras papilas gustativas, que son mucho más en la nariz que en la lengua.
Para disfrutar más cada taza de café, asegúrese de olerlo también.
un extracto del artículo “26 de diciembre de 2012 | por Daniel A. Marano”
Mientras comemos, los receptores especializados incrustados en el epitelio en la parte posterior de la nariz detectan las moléculas en forma de aerosol de nuestras comidas. A partir de las señales enviadas por los receptores, el bulbo olfatorio del cerebro, que sobresale del lóbulo frontal, conceptualiza los olores como patrones espaciales complejos, y a partir de estos, así como a partir de los otros sentidos, construye la percepción de sabores específicos. Los “circuitos de sabor” dedicados de las neuronas realizan las hazañas del reconocimiento.