En primer lugar, la agricultura orgánica no es, hasta el momento, un modelo único, sino una colección de técnicas para limitar o eliminar el uso de fertilizantes compuestos, biocidas, etc. en la agricultura.
Dependiendo de las condiciones locales, el modo de implementación, etc., puede demandar más o menos energía de entrada y producir más o menos. La rentabilidad depende del producto básico producido y de si existe una prima de precio.
Por lo tanto, las cuestiones de la sostenibilidad económica tienen dos interpretaciones:
- ¿Es posible ejecutar 1 granja orgánica de una manera económicamente sostenible?
- ¿Es posible hacer la transición de una economía agrícola (occidental) completa a métodos orgánicos?
Las siguientes respuestas son necesariamente breves:
- Sí. Ciertamente hay muchas granjas orgánicas rentables tanto en Europa como en América. Operan en diversos entornos (climáticos y económicos) produciendo una gama de productos básicos.
- Tal vez. Una cuestión clave es si las prácticas actuales de agricultura orgánica pueden escalar a un nivel suficiente. Uno también tiene que lidiar con los sistemas de apoyo que ahora rodean a las sociedades agrícolas industriales. El mundo occidental se ha desarrollado a partir de un sistema vertical (es decir, autónomo en este contexto) a un sistema altamente segmentado (donde una empresa puede plantar, otra cosecha, otro transporte, otra tienda, otro molino, etc.).
Al final, el pronóstico más prudente es, probablemente, que la agricultura orgánica (junto con otros muchos “nuevos” métodos) se elimine para el debate a favor o en contra. En cambio, las prácticas orgánicas continuarán llegando a la agricultura convencional, produciendo un resultado final que puede no ser tan cercano al ideal como algunos desearían, pero aún significativamente mejor que muchas de nuestras prácticas actuales.