Solía trabajar en la City de Londres y almorzaba en Brick Lane, que ahora está tratando de marcarse como “Banglatown”.
La comida era bastante picante. En el transcurso de un par de años me volví tolerante al punto de poder tomar mordiscos de los malvados chiles verdes con los que cocinan e incluso gané una apuesta con un estadounidense que pensó que eran jalapeños 🙂