Puede haber varias razones:
- El deseo de inspeccionar las mazorcas a fondo para asegurarse de que no haya insectos o larvas en ellas;
- Si el maíz se vende por peso, el deseo de no pagar lo que no puede comer;
- El deseo de dejar el desperdicio para que lo traten los demás, no llevarlo a casa y tener que lidiar con él allí.