¿El chicle nos enoja?

En realidad, algunos lo usan como un destructor del estrés y, por lo tanto, se puede decir que contrarresta las tendencias agresivas.

Se supone que es ejercicio para tus encías.

Pero el trato más importante es la actitud social que transmite. Que no te importa, que no eres bueno para meterse con él (esto no solo lo comunica, sino que puede ayudar). La actitud de masticar chicle puede, en algunos casos, llevar a uno a parecer agresivo y la retroalimentación asociada puede hacer que una persona parezca agresiva. Pero el chicle en sí mismo no te hace enojar.

Tomemos como ejemplo al estudiante que mastica chicle en clase. Él está comunicando de manera efectiva su actitud de presunción y afecto del demonio hacia la clase y el profesor. Algunos podrían verlo como una ducha y a algunos podría gustarle su actitud. La hostilidad del aspecto de “usted es una ducha” y la admiración del aspecto de “usted es rebelde” podrían llevarlo a ser más petulante.

¿Qué hizo el chicle? Nada más que ser masticado.

Si alguien que rechina los dientes cuando está enojado mastica chicle, puede actuar como un tipo de desencadenante de la ira.

¡No! ¿Por qué lo haría? Lo único que puede atrapar el chicle es la cavidad.