Amo y juro por mi olla a presión, pero me asusta, tal vez porque no me decidí por una modelo elegante y silenciosa.
La cosa suena como un avión despegando, y géiseres de vapor salen disparados (y grita como un alma en pena) si no está perfectamente nivelado. La cosa funciona con tanta fuerza aparente, siempre me sorprende cuando las cosas malas no suceden.